El primer objetivo es crear un entorno seguro. ¿Cómo se logra? No castigue ni corrija; céntrese en anticipar situaciones para evitar que sucedan. Es fácil, por ejemplo: “No quiero que entres en una habitación”. Tengo la puerta cerrada. Si llega a entrar un día, reste importancia. Simplemente le pide amablemente que salga.
El papel de las personas en la casa es fundamental. Rápidamente se convertirán en un referente en el proceso de adaptación, y no es buena idea ser un referente que inspire miedo.
Interesante, ¿verdad?
Evitemos gritar los primeros días, la emoción de la alegría o las discusiones en su presencia. Si hay niños, deben entender que un perro no es un juguete y que deben dejarlo solo, no molestarlo ni asustarlo. Los involucraremos en el cuidado de las mascotas poco a poco (por ejemplo, prepararandoles la cena).
Si ocurre algo “anormal” que pueda asustar al perro (hubo un ruido inesperado, la escoba cayó cerca del, etc.), no le daremos importancia; no intentaremos calmarlo. Estaremos cerca y actuaremos con naturalidad; sin movimientos bruscos, recogemos lo que cayó sin hablar ni mirarlo. Hay algo para recordar: los perros dan importancia a lo que nosotros le damos importancia. Si no nos importa el incidente, lo olvidará rápidamente.
Las rutinas de caminata son esenciales. Una rutina modelo podría ser de tres caminatas al día, de unos 20 minutos de duración. Si uno de esos paseos es sin correa, en un parque o bosque, sería genial. No es buena idea dar grandes paseos para cansarlos. Piense que posiblemente se necesite mucho tiempo acostumbrarlo a salir si el perro estuvo en una jaula en un refugio, puede ser demasiado estresante dar grandes caminatas.
Algo parecido ocurre con el ejercicio, no lo induzca a correr, si necesita hacerlo, correrá. La excitación inducida puede ser perjudicial.
¿Qué más?
Sería genial sustituir los juegos físicos y emocionantes, como perseguir una pelota muchas veces por juegos de ejercicios olfativos. Una rutina diaria de 15 o 20 minutos de búsqueda de pequeños trozos de comida lo relajará y tendrá enormes beneficios para su nuevo perro, además de que seguramente se divertirá. También podemos considerar esconder parte de su ración de alimentos para que pueda encontrarla.
Otro punto de importancia es la excesiva atención o manipulación. La mayoría de las veces, no podemos evitar estar controlando todo lo que hace, y los acariciamos mucho, los abrazamos, los besamos !!! Debemos aprender a hacerle compañía, a hablar menos y a moderarnos más.
Es importante recordar que el exceso en nuestra presencia puede crear un defecto en nuestra ausencia. Muchos perros adoptados desarrollan una dependencia excesiva y ansiedad al separarse. Vamos a enseñarnos poco a poco a estar solos en una habitación, de forma amena, nunca como castigo, fomentando un poco la independencia, la normalidad de estar acompañados o solos.
En los primeros días, su perro puede defecar u orinar donde no debería. Intente si eso sucede, estar tranquilo, es una cosa temporal provocada por la falta de rutina higiénica, (recuerde que durante el tiempo que que estuvo en una jaula, realizaba sus necesidades ahí)
También puede ser por el estrés producido por un desequilibrio hídrico interno y alteraciones gástricas. Orinamos más cuando estamos nerviosos y, a veces, “tenemos mala barriga”. Si mantenemos la rutina de paseos estables, en poco tiempo, los problemas desaparecerán.
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